Autor: David Álvarez Fidalgo
Categoría profesional: Celador
Durante los últimos meses y con motivo de la pandemia de SARS-CoV-2 que lleva entre nosotros ya un año medio se ha popularizado un término, fatiga pandémica, que afecta a toda la población, pero más aún a aquellos que se encuentran más en contacto con el virus, el personal de instituciones sanitarias.
El término fatiga pandémica es descrito por la Organización Mundial de la Salud como “la desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo”.
El concepto fue a su vez matizado por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud como una “reacción de agotamiento frente a una adversidad mantenida y no resuelta”.
Según datos de la propia OMS aproximadamente el 60% de la población europea estaba afectado de distintas maneras por este tipo de fatiga relacionada directamente con la pandemia. Aunque desconocemos los datos concretos para el colectivo de trabajadores de instituciones sanitarias, entre los que se encuentran los celadores, hemos de suponer que con toda certeza serán superiores a los de la población general, teniendo en cuenta las circunstancias especiales en las que trabaja.
Además, como hemos señalado anteriormente, una de las consecuencias directas de este tipo de fatiga es la relajación en el uso de medidas preventivas con el riesgo que esto supone si tiene lugar dentro del ámbito sanitario. Por ello, señalaremos algunas de las recomendaciones que tanto la OMS como distintos psicólogos han puesto encima de la mesa para prevenirla.
Esta fatiga está más relacionada con lo mental y psicológico que con lo físico. Debido a ello nos sentimos más cansados, tenemos menos capacidad de atención y concentración, rompemos con nuestros hábitos de vida saludable, sufrimos alteración del sueño, estamos más sensibles y más irascibles. Además, abandonamos rutinas, nos falta motivación para realizar actividades y poco a poco caemos en una situación de indefensión que está estrechamente relacionada con la fatiga pandémica.
Entre las recomendaciones a seguir podemos señalar, en primer lugar, una correcta alimentación, una adecuada higiene del sueño y la realización de ejercicio físico a diario si es posible. Es un clásico, pero no por ello debe dejar de repetirse.
En segundo lugar, limitar y analizar la información que consumimos. Es bueno mantenerse informado, pero, como todo, en su justa medida. No es bueno que nos obsesionemos todo el día con noticias relacionadas con el virus y menos bueno si estas son bulos. Pueden sobrecargarnos de emociones negativas y agotar nuestra energía.
En tercer lugar, intentar mantener rutinas en la medida de lo posible. La pandemia ha trastocado nuestras rutinas, y además la situación epidemiológica cambiante nos impide en ocasiones mantener hábitos ante restricciones cambiantes. Sin embargo, debemos tratar de adaptar nuestras rutinas a cada situación, siendo flexibles y evitando caer en la apatía.
Otra de las recomendaciones clave a seguir es aceptar y regular nuestras emociones. La pandemia ha generado durante todos estos meses entre el colectivo de trabajadores de instituciones sanitarias situaciones desafiantes generadores de emociones y sentimientos que no es bueno ignorar. Ser consciente de los mismos, reconocerlos y no ignorarlos es fundamental.
Por último, no debemos olvidarnos de que somos seres sociales. La pandemia ha limitado nuestras relaciones sociales, pero no debemos nunca dejarlas totalmente de lado. Mantener el contacto social con amigos y familiares es fundamental para nuestro bienestar mental.
En conclusión, y para evitar relajar las medidas de prevención frente al SARS-CoV-2, tanto los celadores como el resto de trabajadores de instituciones sanitarias deben tratar de seguir estas recomendaciones en la medida de lo posible. Hemos de tener en cuenta que la fatiga pandémica no solo puede afectar a nuestra salud mental, sino que también a nuestro desempeño profesional.