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Autora: Clara Belén Saavedra Cotarelo. Opositora a ayudante de servicios del Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA).

Introducción
Un buen menú hospitalario debe ajustarse a las necesidades médicas del paciente, pero también debe gustarle. Cuando el menú llegue al enfermo el olor, textura, sabor y la presentación tienen que resultarle agradables a los sentidos. Pero por desgracia muchos la rechazan.
Aproximadamente un 40% de los alimentos que se sirve a los pacientes en los hospitales vuelve a la cocina sin ser consumido, lo que significa que no comen lo suficiente para cubrir sus necesidades nutritivas.
También influyen muchos factores: la enfermedad que padecen, el entorno, la medicación y que la comida «no les entra por los ojos».
Método
- Evaluar el estado nutricional de los enfermos cuando ingresan, y mejorarlo en lo posible mientras se encuentran en el hospital.
- Adaptarse más a los gustos de los pacientes pudiendo elegir entre varias opciones de menú, tanto niños como adultos.
- Disponiendo de un número suficiente de dietistas y nutricionistas.
- Involucrar a todos los expertos y miembros del hospital relacionados con la alimentación y el paciente.
- Elaboración de un altísimo número de menús.
Resultado
- Los menús cubren las necesidades nutritivas de los pacientes, no dando lugar a la desnutrición.
- Menos riesgos para los pacientes (infecciones, recaídas e incluso la muerte).
- Ayuda a la recuperación del paciente. Mejor calidad de vida.
- Menos días de ingreso en el hospital. Menor desperdicio de productos alimentarios.
- Menor coste para las arcas del estado.
Conclusiones
- Adaptarse a los gustos de los pacientes hace que estos coman más y mejor. Se nutren adecuadamente.
- Los pacientes se recuperan antes.
- Los platos ya no se devuelven llenos a la cocina.